I Estación: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE.-
Jesús,
Hijo de Dios y por tanto Dios mismo, es condenado a muerte por hombres
pecadores. Es el mayor sacrificio que puede hacer Dios para salvar a
la humanidad y hacer que vuelva de nuevo a El. Primero le condenan los
propios representantes de la religión, ante el Sanedrín, cuando
Jesús reivindica su carácter mesiánico de un modo claro: "Te
conjuro por Dios vivo a que me digas si eres tú el Mesías, el Hijo
de Dios. Díjole Jesús: Tú lo has dicho. ... Ellos respondieron: Reo
es de muerte." (Mt. 26, 63-66); después le condena el poder
civil representado por Pilato, ante la petición del propio pueblo, a
pesar de saber que su decisión no era justa: "Dijo el
procurador: ¿y qué mal ha hecho?. Ellos gritaron más diciendo:
¡Crucifícale!. Viendo, pues, Pilato que nada conseguía, sino que
el tumulto crecía cada vez más, tomó agua y se lavó las manos
delante de la muchedumbre, diciendo: Yo soy inocente de esta sangre;
vosotros veáis. ... Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús,
después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que le
crucificaran." (Mt. 27, 23-26).
II Estación: JESÚS SALE CON LA CRUZ A CUESTAS.-
Después de haber sido,
condenado, azotado, escarnecido, Jesús tiene que cargar con un pesado
madero para dirigirse al Calvario donde va a ser crucificado. Las
espaldas llagadas, cubierto de heridas, con un haz de espinas sobre la
cabeza, atado del cuello como oveja que va al matadero, sin apenas
fuerzas para tenerse en pie: "Tomaron, pues, a Jesús, que,
llevando su cruz, salió al sitio llamado Calvario, ..." (Jn. 19,
16-17). Jesús carga con una cruz que no es suya, porque es la cruz de
nuestros silencios, de nuestros desprecios, de nuestros pecados.
III Estación: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ.-
Jesús apenas puede andar, el dolor
de las heridas y del peso de la cruz hacen que caiga al suelo empujado
por el verdugo que le lleva atado del cuello. Así dice el profeta:
"Voy encorvado y encogido; todo el día camino sombrío; tengo las
espaldas ardiendo; no hay parte ilesa en mi carne" (Salmo 37, 7-8).
IV Estación: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU
SANTÍSIMA MADRE.-
La
Virgen María conocía las Escrituras, guardaba todo en su corazón.
Ella sabía la horrible muerte que iba a tener su amadísimo Hijo:
"... y una espada atravesará tu alma para que se descubran los
pensamientos de muchos corazones." (Lc. 2, 35).
¿Alguien
es capaz de imaginar tanto dolor en lo más profundo del alma de
María?, ¿Alguien puede comprender lo que sintió Jesús al ver
sufrimiento de su Madre?.
V
Estación: JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO.-
Jesús,
condenado a llevar su propia cruz, está ya tan exhausto, que los
esbirros pudieron pensar que moría en el camino y cogen a Simón el
cireneo que venía de los trabajos del campo y estaba mirando entre la
muchedumbre para que le ayuda a llevar la cruz: "Echaron mano de
un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron con la
cruz, para que la llevase detrás de Jesús" (Lc. 23, 26)
VI
Estación: LA PIADOSA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS.-
La
corona de espinas le producen dolorosas heridas; la sangre corre por
su rostro y se le mete en los ojos mezclada con el polvo y el sudor.
Dice la tradición que una valiente mujer llamada Verónica se apiada
de El viéndole en tal estado y limpia con su pañuelo el rostro de
Jesús cuya imagen queda impresa en el pañuelo.
"...
muchos se horrorizaban al verlo, porque estaba tan desfigurado que no
parecía hombre ni tenía aspecto humano".
(Isaías 52, 14).
VII
Estación: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.-
Jesús
extenuado, apenas puede tenerse en pie; tropieza y cae otra vez entre
las burlas de los soldados y los judíos, aquellos que pidieron su
crucifixión. con la cruz a cuestas camino del Calvario.- La cruz que Tú me mandes.
Y la lleva para que la nuestra sea menos pesada. Nos encontramos con la cruz y la rechazamos, a veces con arrogancia, sin darnos cuenta de que Jesús la ha santificado, y quiere que sea
nuestra santificación.
"Fue, El, ciertamente, quien soportó
nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores, mientras nosotros
le tuvimos por castigado, herido de Dios y abatido." (Isaías 53,
4).
VIII
Estación: JESÚS CONSUELA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN.-
Jesús
se volvió a ellas y les dijo: "Hijas de Jerusalén no lloréis
por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos". (Lc
23, 28). El Señor nos dice: no llores por Mí, llora más bien por
tí. Yo acepto la voluntad de mi Padre y muero por amor. Yo abrazo la
muerte para que tengas vida, ¿hasta cuando vas a despreciar mi
misericordia?.
IX
Estación: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ.-
Jesús,
exhausto, cae en tierra por tercera vez poco antes de llegar a donde
ha de ser crucificado, entre insultos le obligan a levantarse y seguir
caminando. "Siento palpitar mi corazón; me abandonan las fuerzas
y me falta hasta la luz de mis ojos". (Salmo 37, 11). Señor que
ofreces tu rostros misericordioso a quienes te matan, y todo por amor,
por darnos un espíritu nuevo, como dice el profeta Ezequiel: "Os
daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; os
arrancaré el corazón de piedra y os daré un corazón de
carne."
X
Estación: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS.-
"Se
repartieron sus vestidos, echándolos a suertes, para ver que se
llevaba cada uno" (Mc. 15, 24). Más dolor aún, al arrancarle
las vestiduras pegadas a las heridas y dejarle desnudo ante el
populacho. Dice el Salmo 22: « Yo soy un gusano, y ya no un hombre;
vergüenza de los hombres y basura del pueblo. Mis huesos se han
descoyuntado, mi corazón se derrite como cera. Se reparten
entre sí mis vestiduras y mi túnica se juegan a los dados». ¡Qué
dolor tan inmenso sentiría tu Madre al verte de aquella manera!.
XI
Estación: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ.-
Jesús
es tendido en la cruz, y atraviesan sus manos y sus pies, miembros
llenos de nervios, músculos y venas, que son los más sensibles al
dolor, con gruesos clavos produciéndole un inmenso dolor.
"Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron"
(Lc. 23, 33). En el monte
Calvario crucifican a Jesús, como un malhechor, como un bandido. Es el precio de nuestra redención. Abre sus brazos y quiere estrechar con ellos a todos los hombres, para decirles hasta dónde llega el amor de Dios.
XII
Estación: JESÚS MUERE EN LA CRUZ.-
"Hacia
el mediodía las tinieblas cubrieron toda la región hasta las tres de
la tarde. El sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por
medio. Entonces Jesús lanzó un grito y dijo: Padre, a tus manos
confío mi espíritu. Y dicho esto, expiró." (Lc. 23, 44-46).
Todo se ha cumplido. Si el grano no cae en tierra y muere, no da
fruto. Acepto la muerte que quieras enviarme; sea para tu gloria
Señor, y que rendido a tu voluntad, con el último latido de mi
corazón te ame.
XIII
Estación: JESÚS EN BRAZOS DE SU MADRE.-
José
de Arimatea y Nicodemo le bajan de la cruz y le ponen en brazos de su
Madre; la Virgen María lo abraza con inmenso amor. "Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida", dice el Señor; pero a aquellos que
más ama les presenta más duro el camino y más silenciosa la verdad.
Aunque Ella sabe muy bien que los judíos no le quitaron la vida sin
el propio consentimiento, pues recordaría las palabras de su Hijo:
"Yo doy mi vida; nadie me la quita sino que Yo mismo la doy de mi
propia voluntad..." (Jn. 10, 18)., y Ella acepta que la entregue
voluntariamente aunque eso le causa un inmenso sufrimiento. Pero ese
dolor, Santísima María, se tornará en poder, y esas lágrimas en
dones. Ruega por nosotros Madre nuestra.
XIV
Estación: JESÚS ES SEPULTADO.-
"...
tomando el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó
en su propio sepulcro... " (Mt. 27, 59). Pagaste por nuestros
pecados. A precio de cruz nos compraste el cielo. Jesús es enterrado
y la tumba sellada. Todo se ha consumado. Terminó tu sufrimiento; y tus
enemigos pensaron que con ello habían acabado con Jesús
definitivamente… ¡Pero Jesús resucitó!… y la oscuridad del
sepulcro se convirtió en la luz del universo… y la sombra de la
Cruz llena el mundo entero… con su muerte real, Jesús nos da vida
real… ¡y eterna!, alabado sea Dios. De tu muerte ha nacido la
resurrección y la gloria, y ese camino de la cruz que Tú recorriste
en el primer Viernes Santo del mundo, seguirá siendo recorrido hasta
el fin de los siglos.