Vía Crucis Rosario

 
Qué es el Santo Vía crucis

"Vía crucis" son dos palabras latinas cuyo significado puede traducirse como "camino de la cruz", por ello la oración del Santo Vía crucis se llama también el Camino de la Cruz, las Estaciones de la Cruz, y la Vía Dolorosa.

Tiene su origen en la Tierra Santa. En Jerusalén, desde los comienzos del cristianismo, fue marcado el camino que siguió Jesús hasta el Calvario, así el Vía crucis representa esa peregrinación por aquellos lugares sagrados impregnados por el amor y por el dolor de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo, por lo que se ha convertido en una de las devociones cristianas más populares. 

Según la tradición, la Virgen María visitaba los lugares de la Pasión de su Hijo, por lo que podría ser considerada como una de las fundadoras del Vía crucis.

Consiste en seguir espiritualmente el camino recorrido por Jesús desde su condena a muerte hasta su sepultura, deteniéndose ante 14 escenas o estaciones para meditar sus sufrimientos y unirse interiormente con El; por ello para los cristianos es un ejercicio de piedad lleno de contenido evangélico, de agradecimiento  y de amor. El Vía crucis se reza sobre todo durante la Cuaresma, aunque es muy beneficioso hacerlo con mayor asiduidad, no en vano decía San Buenaventura que "no hay otro ejercicio más a propósito para santificar un alma que la meditación asidua de los padecimientos de Cristo".

Hay varias formas de rezar el Santo Vía crucis, se diferencian fundamentalmente en que las estaciones tradicionales incluyen escenas tomadas de la tradición cristiana, y el Vía crucis evangélico, propuesto por el Papa Juan Pablo II, toma las estaciones de los relatos bíblicos de los Evangelios comenzando desde la oración en el huerto y la traición de Judas. También hay otro Vía crucis en el que se incluye una décimo quinta estación que hace referencia a la Resurrección del Señor.

Dicen los Evangelios en (1 Jn, 3,16): "En esto conocemos el amor que Dios nos tiene, en que el Señor dio su vida por nosotros", y es verdad que aunque conocemos de la grandeza de Dios por su creación, sabemos de la grandeza de su amor por la pasión voluntaria de su amado Hijo. Jesucristo derrama tanta bondad y tanto amor que no hay quien contemple sus grandes sufrimientos sin sentirse amado y atraído a amarle, por ello dijo El mismo: "Cuando yo sea levantado en alto, todo lo atraeré hacia mí". (Jn. 12, 32). 

La meditación, en ese sufrimiento con amor, de la Vía Dolorosa, es un camino que nos conduce a la perfección del amor de Dios.