Sobre la
Virgen María |
La
Virgen María vivió con humildad su unión a Jesús, mediante su
fidelidad a la voluntad de Dios. Nos sentimos más cerca de María
porque es la Virgen Madre, que obedeciendo y acogiendo la Palabra de
Dios engendra al mismo Hijo del Padre. María puede ser tomada como
espejo de las esperanzas de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Es
una costumbre muy antigua en la Iglesia dedicar el mes de mayo a la
Virgen. Mayo es llamado el mes de las flores, porque se ofrecen flores a
María; esto significa tratar y querer de una manera especial a María
durante este mes. Una de las mejores muestras de cariño a nuestra
Madre la Virgen María es rezar el Santo Rosario, y Ella de su mano nos
llevará a Jesús.
QUIEN
ES LA VIRGEN MARIA.-
María es la Madre de Jesucristo, pues ella le dio un cuerpo humano. Pero como Jesucristo, además de ser Hombre, es Dios, María Santísima es también Madre
de Dios. María es madre de un hombre que tiene Persona Divina. Pero María Santísima es Madre de Dios todavía con más razón; porque Jesucristo es Dios desde el momento de su concepción, por lo tanto la Persona que
nace de María es Dios, y por lo mismo María es Madre de Dios. Dice San Pablo: «Al llegar la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo nacido de una mujer».
Que María es Madre de Dios es dogma de fe. Fue
definido por el Concilio de Éfeso en el año 431. Jesús fue concebido, no por obra de varón, sino milagrosamente, por virtud del Espíritu Santo. Dice San Mateo: «El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Desposada
María con José, sin haber estado juntos, se halló que ella había concebido por obra del Espíritu Santo». Los desposorios entre los judíos equivalían a nuestra boda, aunque no eran nupcias definitivas. Si después de
los desposorios ella era infiel a su marido se la consideraba adúltera, y si éste moría, a ella se la consideraba viuda. Los desposorios judíos suponían un compromiso tan real que al prometido se llamaba "marido". Aunque
María no vivía todavía con San José , ya era su legítima esposa . Por eso el ángel llama a María esposa: «José, no temas aceptar a María, tu esposa». San Lucas dice: «Lo que nacerá de ti se
llamará Hijo de Dios».
Dios formó en las entrañas de María Santísima un cuerpo como el nuestro y creó un alma como la nuestra. A este Ser Humano, en el instante de su concepción, se unió el
Hijo de Dios, es decir, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, y así el que era Hijo de Dios quedó hecho Hombre sin dejar de ser Dios. Éste es el misterio de la Encarnación.
La Virgen María
tuvo un solo hijo, que fue Jesucristo. Cuando el Evangelio habla de los hermanos de Jesús, se refiere a los primos hermanos y parientes, que, entre los judíos, también se llamaban hermanos. En hebreo no había palabra para decir primo.
La palabra hermano abarcaba varios grados de parentesco. La virginidad de María es dogma de fe. Fue definido en el año 649, en el Concilio I de Letrán. La Iglesia enseña, desde el siglo V, que María fue virgen antes del parto, en
el parto y después del parto. «La "virginidad en el parto" es fe de toda la Iglesia desde el siglo IV». Fue confirmada por el Concilio Vaticano II. Por eso la llama siempre Virgen María. Es de fe que María Santísima permaneció
siempre virgen.
La Santísima Virgen es nuestra Madre del cielo. María es nuestra madre, pues es madre de Jesucristo, que es cabeza del Cuerpo Místico de Cristo. La madre de la cabeza, es también madre de todos
los miembros del mismo cuerpo. Y nosotros somos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Por eso María es Madre de la Iglesia. Así fue proclamada en el año 1964 en el discurso de clausura de la 3 Sesión del Concilio
Vaticano II. Que Jesús encargue a Juan que se ocupe de su Madre es perfectamente normal; lo que no es normal es el encargo paralelo a María diciéndole que cuide con cariño de Juan. Esto parece innecesario. Si Juan se va a encargar de
María la correspondencia de ella era evidente. Insistir en ello parece superfluo y poco delicado. Toda mujer normal no necesita que se lo digan. Lo hace espontáneamente. El encargo de Jesús supone un contenido teológico trascendental.
En Juan estamos todos representados. Además, allí presente estaba la madre de Juan. Encargar Juan a María sería ofensivo para su madre María Salomé. No hay duda de que en las palabras de Jesús hay un sentido más
profundo de lo que parecen indicar: Jesús entrega una MADRE a la HUMANIDAD.
Debemos acudir a la Santísima Virgen en todas nuestras penas y tentaciones. Ella lo puede todo, pues Dios todo se lo concede, porque es la
Madre de Cristo, y porque nunca tuvo pecado, ni siquiera el original. Por eso San Lucas la llama «llena de gracia». El dogma de la Concepción Inmaculada de María fue definido, el 8 de diciembre de 1854, por el Papa Pío IX. La
redención de María fue preventiva en atención a que iba a ser Madre de Dios. Dios pudo haber hecho que Jesucristo apareciese en el mundo en edad adulta, pero no quiso. Se lo entregó a María. Lo puso en sus manos. Dios ha querido
servirse de ella en la encarnación, en la redención y en la salvación de todos los hombres. Cristo nos lleva al Padre: «Nadie va al Padre sino por Mí».
En las iglesias suele haber muchas imágenes de la
Virgen: del Carmen, del Rosario, de los Dolores, de las Angustias, de los Remedios, del Socorro, de la Consolación, de la Misericordia, de la Paz, etc. Es que María Santísima tiene muchos títulos y prerrogativas. Cada pueblo tiene su
Virgen, su Patrona. Pero todas son imágenes o retratos de la única y verdadera Virgen María, que está en el cielo en cuerpo y alma. Esta elevación de María al cielo en cuerpo y alma se llama Asunción. La Asunción
fue declarada dogma de fe, por el Papa Pío XII, el 1 de noviembre de 1950. Pero la fiesta de la Asunción se celebraba ya el 15 de agosto por los años 500 después de
Cristo.
EL
CULTO A LA VIRGEN MARIA.-
La
actitud de los cristianos hacia María se traduce en diferentes formas de culto,
mediante un amor ardiente y un cariño especial hacia María al considerarla
como madre nuestra por ser Madre de la Iglesia; mediante veneración al
considerar su singular dignidad por obra del Espíritu de Dios; mediante una
gran admiración al ser María la imagen pura y todo lo que la Iglesia desea
ser. Así, el culto a la Virgen María no puede quedar al margen de la
espiritualidad cristiana ya que su conducta puede y debe ser tomada como espejo
de las esperanzas de los cristianos y de la humanidad, pues Ella acogió la
palabra de Dios, la puso en práctica con humildad, caridad y espíritu de
servicio.
Desde
el Génesis hasta el Apocalipsis existen indudables referencias a la
Madre del Salvador. La espiritualidad cristiana tiende a dar una dimensión
bíblica a toda forma de culto, y el culto a la Virgen no queda al
margen de esta tendencia.
La
Virgen ha sido siempre propuesta por al Iglesia como modelo a imitar, no
ya por el tipo de vida que llevó, sino porque acogió la Palabra de
Dios y la puso en práctica, porque siendo la primera discípula de
Cristo así lo demostró con su conducta de constante servicio y
caridad.
La
devoción mariana se refleja también en el anhelo por el
restablecimiento de la unidad de los cristianos. Los fieles de la
Iglesia Católica se unen a los de la Iglesia Ortodoxa en su devoción a
la Virgen a la que veneran con un profundo amor. También se unen a los
anglicanos y a los hermanos de las iglesias Reformadas que destacan la
importancia de la Virgen en la vida de los cristianos. Así, muchos
cristianos, piden frecuentemente a María que interceda ante su Hijo por
la unión de todos los bautizados en un solo pueblo de Dios. Curiosamente
en el Corán se habla también de la Virgen María y hay musulmanes que
la veneran y visitan sus Santuarios.
Hay
un acompañamiento y unión íntima de María con su Hijo desde la
anunciación hasta la muerte y resurrección de Jesús, no solamente
como madre, sino como partícipe y seguidora en el mensaje de salvación
de Jesús a la humanidad. Por esto el culto de los cristianos dirigido
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, se extiende en cierta forma a
la Madre de Dios que ha sufrido con Cristo y que con Él ha sido
glorificada.
LOS
DONES Y ACTITUD DE LA VIRGEN MARIA.-
La
Virgen María, maestra de vida espiritual, hace de su propia vida una
ofrenda a Dios y nos ofrece a su Hijo. Dios Padre la eligió y la dotó
con dones del Espíritu Santo, dotó a María de la fe, la esperanza y
la plenitud de gracia que animaron a María a no desfallecer en los
momentos de gran sufrimiento. Por esa misteriosa relación entre el Espíritu
Santo y la Santísima Virgen María se atribuye la santidad de María a
la acción del Espíritu Santo, que habla por boca de María en el
maravilloso canto profético del magníficat (Lc 1, 46-56).
María
acompaña y nos da a su Hijo en la obra de la redención hasta el final
junto a la Cruz cuando Jesús se ofrece como víctima en el Calvario. Ya
hizo referencia Simeón, en la presentación de Jesús en el Templo, a
la unión del Hijo, el Mesías, con la Madre a quien la espada habría
de traspasar el alma, por esto es también modelo de caridad.
La
Virgen, que por su fe y obediencia engendra al Hijo de Dios cubierta por
la sombra del Espíritu Santo, se convierte así en Madre de la Iglesia,
y así fue proclamada en el Concilio Vaticano II.
También,
María es una Virgen orante. Recordemos el magníficat o cuando estaba
junto a los apóstoles orando la noche de Pentecostés.
Y,
por supuesto, María es una Virgen oyente de la palabra de Dios, a la
que acoge con fe.
Estas
actitudes de escucha, oración, maternidad y ofrecimiento, son el espejo
donde han de mirarse las iglesias cristianas, cuyos fieles, con devoción,
le rinden culto.
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